WILLIAM PEÑA
La valenciana Síragon dio un paso más en sus aspiraciones de lograr
aumentar la capacidad de ensamblaje de su planta de equipos de
computación ubicada en el estado Carabobo, al inaugurar una línea de
integración de componentes electrónicos con lo que buscan tener un poco
más de libertad al momento de colocar ciertos módulos a las tarjetas
madre que se usan para dar vida a los equipos, desde computadoras hasta
decodificadores digitales.
Pero Síragon no sólo se está casando, desde el punto de vista económico
y de compromiso con el país, con el incremento de valor de su planta
para aumentar la capacidad de ésta y, como dice su presidente, Passam
Yusef, para incrementar la disponibilidad y variedad de equipos
producidos localmente, sino que la empresa, en un intento por lograr la
disponibilidad de acceso a divisas para que su proyecto realmente
resulte (cada día más engorroso para el sector privado), a diferencia de
muchos otros intentos privados y hasta propios del Estado que han
fracasado, estableció una alianza con el Gobierno Nacional a través del
Ministerio de Ciencia y Tecnología, con la que buscan tener a mano, por
lo menos, con un poco mejor de suerte que el resto de compañías que se
dedican a importar equipos o productos al país, los dólares que son una
de las piezas claves para el éxito de cualquier emprendimiento de este
tipo en cualquier parte del mundo.
Y es que, hasta ahora, aún con la nueva línea de integración de
componentes, la empresa seguirá siendo una ensambladora, sólo que con un
poco más de libertad para decidir cuáles componentes integrar a las
tarjetas madres y cuáles no, aunque de los numerosos niveles de proceso
de ensamblaje que deben existir en una planta para dar el salto a la
verdadera producción, Síragon, con este proyecto avanzó un escalón.
Pero para que la empresa logre en algún momento dar el verdadero salto,
tomando en cuenta la realidad que vive Venezuela en el tema de las
divisas, que se impone, y así lograr el éxito, tiene que contar con un
aliado de excepción y, hoy día, el más importante es el Gobierno
Nacional, pues es quien administra las posibilidades de innovación de
todos y, además, quien tiene la capacidad para asignar o no las divisas
que se requieren para mantener este tipo de iniciativas.
En esa línea, la empresa aparentemente se conectó de forma positiva,
aunque nadie sabe a ciencia cierta hasta dónde esa ganancia pueda
resultar en éxito o en una verdadera tragedia en un futuro no muy
lejano, pues al convertirse en un ensamblador de algo más que algunas
piezas y tenga la capacidad de integrar componentes para desarrollar
tarjetas madres para otras cosas más allá de una computadora, su
negocio, bajo la visión socialista del Gobierno Nacional, pasa a tener
un compromiso de servicio público y la aplicación de la Ley allí, en
esta nueva era del país, es sencillamente implacable.
En pocas palabras, el Gobierno, a través del Ministerio de Ciencia y
Tecnología podría, en el momento que lo decida, sugerir a Síragon dejar
de ensamblar los equipos que le resultan de mayor negocio y ponerlo a
cambiar la línea por equipos que sean más alineados por las políticas
estatales, ejemplo, la Televisión Digital Terrestre y los
decodificadores digitales que se requieren para potenciar el despliegue
de la TV Digital en el país en los próximos años, o las computadoras
Canaima, de las que también tocaron el tema al momento de la firma de
intenciones.
Pero eso no sólo alcanza hasta allí, pues el acuerdo, que hasta ahora
es sólo una mera firma de intenciones, en las que se incluye la
posibilidad de que Síragon dicte cursos a los desempleados que logren
integrarse a la Misión Saber y Trabajo emprendida por el Gobierno
Nacional para disminuir los índices de desocupación laboral (son 600.000
a la fecha, pero los recursos alcanzan para 48.000), puede ir mucho más
allá, con lo que está incluido o lo que está en el entorno.
Y es que, para lograr la efectividad, la empresa también requiere de la
«protección» del Gobierno, a la que hizo referencia Yusef en algunas de
sus declaraciones y en su presentación a los medios de comunicación
oficiales el día miércoles 7 de marzo (el 8 fue invitada la prensa
privada y especializada ¿?), pues ésta les permitirá ser más
competitivos, no sólo localmente, sino cuando la compañía pueda tener
capacidad de exportación de los componentes y equipos que ensambla en el
país.
“Ahora podremos satisfacer la demanda interna de Síragon y
convertirnos, a la vez, en una alternativa para otras empresa públicas o
privadas que ensamblan en el país, estando en capacidad de fabricar
desde tablets hasta insumos para satélites, entre otras soluciones
integradas para productos electrónicos de alta calidad, con el sello:
Hecho en Venezuela”, afirmó Yusef.
En Venezuela, hasta hoy y a pesar de lo mucho que se ha tocado el tema,
desde que el exministro de Telecomunicaciones Jesse Chacón, hoy
convertido en Encuestador Oficial del Gobierno Nacional a través de GIS
XXI, intentó revertir el esquema de pago de aranceles para la
importación de piezas y partes electrónicas y equipos en general, pues
es más costoso importar las piezas y partes de forma separada para
ensamblarlas localmente que importar el dispositivo terminado, muy poco
se ha avanzado en la materia, por no decir nada.
En el país, todo importador tiene que pagar entre 10% y 16% de arancel
por cada pieza o componente electrónico que decide traer para integrar a
un equipo que pueda ser ensamblado localmente, mientras que un producto
terminado sólo paga entre 0% y 5%. Pero eso no es todo, pues el
importador de piezas y partes que quiere generar valor a los productos
ensamblados localmente, también debe hacer las inversiones en esas
plantas, contratar personal, entre otros, lo que irremediablemente hace
menos competitivo su producto y, en fin, menos atractivo de compra
comparado con un equipo terminado.
Es por ello que Síragon, que promete con esta nueva línea de
integración, un total 1.600 tarjetas madres ensambladas diariamente,
tiene la obligación de sentir protección del Estado para lograr el
éxito, de lo contrario, le puede pasar lo mismo que, en entre los 70 y
80, le pasó a toda la industria electrónica que había en el país y que,
por decisión de los Gobiernos de entonces de devaluar la moneda y abrir
el mercado, se fueron a la quiebra, pues no eran competitivas, aunque en
realidad su competitividad siempre dependió del proteccionismo impuesto
en el país (lo que pudiera pasar hoy) y, en la época de los controles
cambiarios, de la asignación oficial de divisas subvaluadas con
referencia al bolívar que, al final del día, cuando llegó la sinceración
económica, las llevaron a bajar sus santamarías.
Pero no todo es para preocuparse. La intención de la compañía es de
gran valor, el intento de que puedan convertirse en un jugador local de
importancia es atractivo y, por supuesto, la posibilidad de que puedan
exportar innovación local es valiosa. No obstante, Síragon tiene una
responsabilidad más allá de convertirse en un gran ensamblador local,
que no es otra que la calidad de sus productos y su servicio postventa,
muy criticado por los clientes y consumidores de sus productos.
A Síragon aún le falta compromiso de calidad en sus productos, algo que
no se logra de la noche a la mañana, pero que, con esta nueva etapa, es
probable que comience a lograrse. Para este servidor, muy particular,
Síragon sigue siendo una empresa venezolana con calidad china. “En
Venezuela existe capacidad industrial igual que en Portugal o China”,
asegura Passam Yusef, presidente de Síragon.
INVERSIÓN
En la puesta en marcha de la línea de integración de componentes,
Síragon invirtió unos 30 millones de bolívares (alrededor de 7 millones
de dólares al cambio Cadivi) entre maquinaria, equipamiento y
tecnología, la mayoría de ella proveniente de Japón, Alemania y China.
La apuesta de la empresa está en que esa inversión inicial pueda
ampliarse para lograr conectar más líneas de producción, pues con esta
nueva iniciativa, tendrán que ampliar los turnos para el ensamblaje
(tienen una sola línea, con 160 trabajadores en total) y, dependiendo de
los inventarios, decidir qué ensamblar diariamente, entre ellos,
asignar un día para integración de componentes, otro para ensamblaje de
productos electrónicos, etc.
La compañía desde el año 2008 acelera el paso en mejoramiento de sus
capacidades de producción y, en esa línea, también le metió el pecho al
diseño de sus productos, pues sólo a través de esa decisión pueden
abrirse a otros mercados. Hasta hoy, Síragon ensambla en el país
computadoras de escritorio y portátiles, donde están ubicados en un
cuarto lugar en ventas, así como también ensambla cámaras digitales,
televisores y equipos de audio.
La producción por hora es de 80 tarjetas. Por día, 800 PC de
escritorio, 1.800 portátiles, 600 televisores de 24 pulgadas y 450 de 32
pulgadas.